Puntos ciegos se llaman las áreas de visión no cubiertas por los tres espejos retrovisores: central, en el interior del vehículo, lateral derecho e izquierdo, y por la visión directa delantera. Esto significa que hay una zona que el conductor no visualiza.
Por eso es importante la verificación mediante el giro de la cabeza hacia la derecha e izquierda o bien incorporando el torso al mirar por los espejos externos, sobre todo al ingresar a una autopista o semiautopista o al girar en calles estrechas o sin ochava.
También se debe ajustar el espejo exterior izquierdo de modo que se pueda ver el extremo de la manija de la puerta delantera en el extremo inferior derecho del espejo. Esto permitirá advertir una parte de los carriles de tránsito a la izquierda y detrás del automóvil.
En cuanto al espejo exterior derecho, debe dirigirse algo mas abajo y debe permitir visualizar (en su parte inferior) la línea demarcatoria del fin de la calzada por la que circulamos.
El espejo interior es de vital importancia. Debe abarcar la visualización de toda la luneta. Es importante no solo para ver los vehículos que nos preceden, nos pueden pasar y demás; sino también cuando sobrepasamos a otro vehículo. El momento de cerrarnos y volver a nuestro carril sin ningún tipo de peligro (no para nosotros, ni para los demás) es cuando visualizamos por el espejo retrovisor interno al vehículo que acabamos de sobrepasar.
Además hay momentos claves. Cuando se sale de un estacionamiento, el punto ciego no nos permite ver (muchas veces) si viene un auto por el mismo carril al que vamos a salir. Por eso es una maniobra que hay que realizar con sumo cuidado.
También se potencia el problema en el caso de que los vehículos que intentan sobrepasarnos son mas pequeños (bicicletas o motos). Si vemos el esquema de los puntos ciegos que se muestran en la figura posterior, podremos visualizar mejor lo que decimos.
También cuando estamos en una maniobra de sobrepaso a un camión, tenemos que tener en cuenta cuales son los puntos ciegos del camionero, a los efectos de no potenciar nuestros propios riesgos.
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